En busca de pastos más verdes, los ciudadanos cubanos han llegado al suelo estadounidense desde el régimen dominante. La política de hace 20 años surgió como una aberración inesperada, no como un experimento para restringir la inmigración sino para provocar un cambio en una política antigua. Sin embargo, Cuba ha sido una parte integral del legado del presidente Obama, el aspecto a reflexionar es ser justo con todos y evitar la fuga de cerebros. Sin duda, este no es un regalo de despedida favorable. En el pasado hubo decenas de cubanos que lograron llegar a suelo estadounidense por mar y tierra, convirtiéndolos en inmigrantes económicos y no considerados refugiados políticos. Esto ha desencadenado en los grupos latinoamericanos que las políticas implementadas entonces fueran más favorables y favorables a los cubanos. Es inevitable que los días estén contados y la nueva ley se erija como un acto extraordinario de cambio bajo el presidente saliente. Por otro lado, La Habana está abriendo puertas a los cubanos que son rechazados por Estados Unidos. No está claro cómo serán las relaciones entre los países en los próximos días. Con la ley en vigor, la llamada política de “Pies mojados, pies secos” se aplica únicamente a los cubanos que han logrado cruzar mares agitados y terrenos elevados. La medida pretende implicar una barrera en el éxodo cubano a EE.UU.